Sentencias racionales y científicas

Jesús hijo de María (a.s.): Bienaventurado sea aquel cuya vista fue dispuesta en su corazón, y no en sus ojos.[2]

Jesús hijo de María (a.s.): En verdad os digo: (Así como) el agua y el fuego no se juntan en un solo recipiente, el entendimiento y la ceguera[3] tampoco se juntan en un solo corazón.[4]

Jesús hijo de María (a.s.): ¡Oh hijo de Adán!... Acostumbra a tu cuerpo a la paciencia, y a tu corazón a la reflexión.[2]

Jesús hijo de María (a.s.): Bienaventurado sea aquel cuyo silencio es reflexión.[2]

Jesús hijo de María (a.s.): -Cuando se le preguntó sobre la mejor de las gentes-: Aquel cuyo hablar es un recuerdo a Dios, su silencio es reflexión, y su vista una enseñanza.[2]