Traducción:
Ta’rîj Dimashq, transmitido por Abû Salmah Suwaid de algunos de sus compañeros: Jesús rezó en Jerusalén, y se marchó. Cuando se encontraba en cierto punto de la cuesta, se le apareció el Demonio y lo retuvo, y comenzó a dirigirle palabras y a conversarle. Le dijo: “No es digno de ti que seas un siervo”, e insistió en ello, por lo que Jesús (a.s.) se esforzó por deshacerse de él, pero no lo lograba. Entre las cosas que [Satanás] le dijo es lo siguiente: “No es digno de ti -¡oh Jesús!- que seas un siervo”.Entonces Jesús (a.s.) pidió ayuda a su Señor, por lo que llegaron [los ángeles] Gabriel (Ÿibrîl) y Miguel (Mikâ’îl) –la paz sea con ambos-, y cuando el Demonio los vio se calló. Cuando ellos dos se apostaron junto a él en la cuesta, circundaron a Jesús (a.s.), y Gabriel golpeó al Demonio con su ala ¡lanzándolo a la profundidad del valle!El Demonio regresó junto a Jesús (a.s.), y supo que Gabriel y Miguel no tenían otra misión más que ello, así que le dijo a Jesús (a.s.): “Te avisé que no es digno de ti que seas un siervo; tu ira no es la de un siervo, puesto que cuando te enfadaste vi lo que me pasó por tu causa. Sin embargo, te invito a un asunto que te corresponde: yo ordenaré a los demonios que te obedezcan, y cuando los seres humanos vean que los demonios te obedecen, te adorarán. Por supuesto yo no digo que seas un dios junto a quien no haya otra divinidad, sino ¡que Dios sea una divinidad en el cielo, y que tú seas una divinidad en la Tierra!Cuando Jesús (a.s.) escuchó eso de él, clamó fuertemente y pidió ayuda a su Señor. Entonces descendió Rafael (Isrâfîl), y Gabriel y Miguel lo miraron, y el Demonio se calló. Cuando se apostó junto a ellos, Rafael golpeó al Demonio con su ala de tal manera que lo lanzó hasta el disco del sol. Luego lo golpeó otra vez, y el Demonio volvió precipitándose, y cuando pasó junto a Jesús (a.s.), quien estaba en su lugar, le dijo: ¡Oh Jesús! ¡Antes que hoy yo ya había estado expuesto a mucho trastorno! Entonces lo arrojó hacia el disco del sol y lo punzaron siete ángeles en el disco ardiente. Luego lo cubrieron, y cada vez que salía lo cubrían en esa ciénaga fétida. Dijo: ¡Juro por Dios que después de eso no volvió más con Jesús!Dijo Abû Salamah: Ismâ‘îl Al-‘Attâr nos narró de Abû Hudhaifah que: Los satanaces del Demonio se reunieron con éste y le dijeron: “¡Señor nuestro! ¡Has padecido gran trastorno!”. Dijo: “Ciertamente que ese es un siervo inmaculado, y yo no tengo facultad sobré él. [Sin embargo, usándole como excusa], desviaré por él a mucha gente”.[3]
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