Traducción:
Narró Abûl Aswad: Un hombre le preguntó a Amîr Al-Mu’minîn ‘Alî Ibn Abî Tâlib (P) respecto a una cuestión, y él se apresuró ingresando a su casa. Luego salió y dijo: “¿Dónde está el que tenía una pregunta?”. Entonces el hombre dijo: “¡Aquí estoy, soy yo, oh Amîr Al-Mu’minîn!”. Dijo: “¿Cuál es tu pregunta?”. Dijo: “Es tal y tal cosa”. Entonces él le respondió a su pregunta. Se le dijo: “¡Oh Amîr Al-Mu’minîn! Estábamos habituados contigo a que si se te preguntaba respecto a una cuestión, en lo que hace a dar la respuesta eras como una moneda incandescente que inmediatamente es dispuesta (en manos de quien te pregunta). ¿Qué te pasó hoy que demoraste la respuesta a este hombre de forma que ingresaste a la casa, luego saliste y (recién entonces) le respondiste?”. Dijo: “Me encontraba conteniendo mis necesidades, y hay tres que no deben emitir opinión: El que contiene sus necesidades de orinar, el que se encuentra atormentado por la estrechez del calzado, y el que contiene sus necesidades de ir de vientre”.[I]