Traducción:
Del Imam Al-Bâqir (P): Cierto día, mientras el Mensajero de Dios (BP) se encontraba en la explanada de la Ka‘bah, el día de la Conquista de La Meca, he ahí que una comitiva se presentó ante él y le saludó. Dijo el Mensajero de Dios (BP): “¿Quién es esta gente?”. Dijeron: “Es la comitiva de Bakr Ibn Wâ’il”. Dijo: “¿Acaso sabéis algo de Quss Ibn Sâ‘idah Al-Aiâdî?”. Le dijeron: “Sí, ¡oh Mensajero de Dios!”. Dijo: “¿Qué es lo que hizo?”. Dijeron: “Murió”. Entonces dijo el Mensajero de Dios (BP): “La Alabanza sea para Dios, Señor de la muerte y Señor de la vida. «Toda alma probará la muerte» (Âli ‘Imrân; 3: 185). Es como si yo estuviera viendo a Quss Ibn Sâ‘idah Al-Aiâdî mientras él se encontraba en el mercado de ‘Ukâdz, sobre un camello rojo suyo, disertando ante la gente y diciendo:
“¡Reunios, oh gente! Y cuando os agrupéis haced silencio, cuando hagáis silencio escuchad, cuando estéis escuchando tomada conciencia, cuando toméis conciencia memorizad, y cuando memoricéis, transmitid con veracidad.
¿Acaso no es que todo aquel que vive tiene que morir, que quien muere ya se ha marchado, que quien se ha marchado ya no vendrá? Por cierto, que en el cielo hay noticias y en la tierra hay moralejas, azoteas elevadas, cunas dispuestas, estrellas que se suceden, una noche que circula, y un mar de aguas profundas.
Quss jura que esto no es un juego, y que tras esto hay asombro. ¡¿Cómo es que veo a la gente que se va y que ya no vuelve?! ¡¿Acaso se contentaron con el lugar y ahí permanecieron?! ¡¿O acaso fueron abandonados y se sumieron en letargo?! Quss jura con un juramento que no es mentiroso, que por cierto que Dios posee una religión que es mejor que la religión en la que os encontráis”.
Luego dijo el Mensajero de Dios (BP): “Que Dios se apiade de Quss, quien será congregado el Día de la Resurrección como una sola comunidad”. Dijo: “¿Acaso hay entre vosotros alguien que sepa alguna de sus poesías?”. Dijo uno: “Lo escuché decir:
En las primeras generaciones que se fueron,
en los primeros siglos, tenemos enseñanzas.
Cuando vi los ingresos de la muerte, sin causas aparentes
y vi a mi pueblo que hacia ella
pasaban tanto los grandes como los pequeños,
y el que pasaba no volvía hacia mí,
y tampoco lo haría ninguno que pasara, de los que (aún) permanecían,
entonces tuve certeza que indefectiblemente
yo me dirigiría hacia donde la gente se ha dirigido.
Y fue narrado sobre la sapiencia y sabiduría de Quss Ibn Sâ‘idah que el Profeta (BP) solía preguntar a quien se presentaba de la tribu de Aiâd sobre su sapiencia y le prestaba oídos a lo que decía.[I]