Traducción:
Del Imam Sadiq (P): “Recuerda, ¡oh, Mufaddal!, aquello que es apropiado que el hombre sepa y aquello que se le impidió conocer. Se le ha otorgado el conocimiento de todo cuanto contiene la rectitud de su religión y de su mundo. Con respecto a lo que involucra la rectitud de su religión, encontramos el conocimiento del Creador, Bendito y Exaltado, con argumentos y pruebas existentes en la creación. También el conocimiento de sus obligaciones en cuento a la realización de la justicia sobre todos los hombres, la bondad con los padres, el cumplimiento de los encargos, la asistencia a los íntimos y demás cuestiones semejantes, cuyo conocimiento, reconocimiento e identificación existen en la naturaleza y en la esencia misma de cada comunidad, ya sea coincidente o discrepante con él. En cuanto al conocimiento que se le otorgó para el bienestar del mundo, tenemos la agricultura, la forestación, la minería, la ganadería, la hidráulica, la ciencia de las hierbas medicinales, la extracción de sustancias minerales, la navegación y las actividades submarinas, los artificios de la caza y la pesca, el ejercicio de artes y oficios, los distintos aspectos del comercio y las actividades lucrativas, y otros temas además de todo esto, cuya enumeración y descripción resultaría prolongada y excesiva, en lo cual se halla el bienestar de su situación en este mundo. En definitiva, se le ha otorgado el conocimiento de todo aquello que perfecciona su religión y su mundo. Por otro lado se le ha negado todo lo que se encuentra fuera de esto, lo cual no está en posición de saber ni tiene poder para alcanzar, como el conocimiento de lo oculto, de todo lo existente y de parte de lo que ha acontecido...Observa, pues, cómo se le ha otorgado al hombre el conocimiento de todo cuanto necesita para su modo de vida y su mundo, así como se le ha negado todo cuanto está al margen de esto, para que conozca su valor y su defecto. En ambos asuntos está su rectitud. Ahora contempla, ¡oh, Mufaddal!, aquello cuyo conocimiento se le ha prohibido al hombre, como el término de su vida. En verdad que si él conociera la medida de su existencia y supiera que es breve, nunca la aprovecharía debido a la espera de la muerte y la expectativa por un momento que él ya conoce. Por el contrario, sería como quien ve desvanecerse sus bienes o aproximarse a la desaparición. De esta manera se sentiría pobre, temeroso de la extinción de sus riquezas y con miedo a la miseria...Quien tiene certeza del final de su vida, se arraiga en él la desesperanza, a pesar de tener una larga existencia..."