Traducción:
Jesús hijo de María (a.s.): -Solía decirles a sus compañeros-: ¡Oh hijos de Adán! Huid del mundo hacia Dios, y apartad vuestros corazones del mismo, puesto que vosotros no sois adecuados para él ni él para vosotros, vosotros no permaneceréis en él ni él permanecerá para vosotros. Él es engañoso e insaciable; se autoengaña quien se deja seducir por el mismo; es un bobo el que confía en él; es aniquilado quien lo ame y lo anhele. Entonces pues, arrepentíos a vuestro Creador, sed temerosos de vuestro Señor, y temed un día en que ningún padre asumirá nada por su hijo, ni ningún hijo por su padre.¿Dónde están vuestros padres? ¿Dónde están vuestras madres? ¿Dónde están vuestros hermanos? ¿Dónde están vuestras hermanas? ¿Dónde están vuestros hijos? Fueron convocados y comparecieron, fueron depositados en el polvo, pasando a ser vecinos de los muertos y volviéndose de entre los aniquilados; salieron del mundo, se separaron de sus seres queridos, requieren de las buenas obras que presentaron, y no necesitan lo que dejaron atrás. ¿¡Cuánto más seréis amonestados! ¡Cuánto más seréis refrenados! en tanto permanecéis despreocupados y desatentos?Vuestro ejemplo en el mundo es como el del ganado; vuestra preocupación está puesta en vuestros estómagos y genitales. ¿Acaso no os avergonzáis ante Quien os ha creado siendo que ha prometido el Fuego para quien le desobedezca, y siendo que no sois de quienes soportan el Fuego? Asimismo prometió a quien le obedezca el Paraíso, y Su vecindad en el más elevado Paraíso. Así pues, competid por él, sed de su gente, sed justos entre vosotros, sed amables con los débiles y necesitados de entre vosotros, y arrepentíos a Dios sinceramente; sed siervos piadosos, y no seáis reyes altaneros, ni de los faraones engreídos que se rebelan contra Quien les ha impuesto la muerte. Es el Soberbio por excelencia, Señor de los cielos y Señor de las tierras, Dios de los primeros y de los últimos, el Soberano el Día de la Resurrección, Quien es severo en el castigo, cuyo tormento es doloroso, de Quien no se salvará ningún opresor, ni se le pasa nada por alto, ni nada está lejos de Él; nada se le escapa; Su conocimiento comprende todo, y lo dispondrá en su justo lugar en el Paraíso o el Infierno.¡Oh débil hijo de Adán! ¿Hacia dónde huyes de Quien te requiere en la negrura de tu noche, en la blancura de tu día, y en cada uno de tus estados? Quien amonesta ha cumplido en anunciar, y ha triunfado quien se deja amonestar.[2]